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La anorexia y la bulimia son trastornos alimentarios se asocian con complejas dinámicas emocionales y psicológicas. Estos trastornos, caracterizados por patrones de alimentación extremos y una preocupación obsesiva por el peso corporal, a menudo están vinculados a nociones distorsionadas sobre la belleza y el propio estado corporal, estructural y sensualmente.

Al sumergirnos en la conexión entre estos trastornos y el deseo sexual, nos encontramos con un terreno delicado pero crucial para comprender la complejidad de la experiencia humana. En este artículo, exploraremos la compleja relación entre anorexia, bulimia y el deseo sexual, haciendo hincapié en aquellos aspectos que diferencian y unen a ambas sintomatologías a la hora de la experimentación del hecho sexual. La aproximación al deseo es mediatizada por su sintomatología.

La anorexia o la negación del deseo corporal.

La anorexia nerviosa es un trastorno caracterizado por la restricción extrema de la ingesta de alimentos, que lleva a una pérdida significativa de peso. Esta pérdida importante, que puede llevar a la muerte, no es significativa ni alerta a quien la sufre, ya que existe una distorsión en la percepción de su propio cuerpo. Este trastorno a menudo se origina en la búsqueda de un ideal de belleza basado en una delgadez inalcanzable a través del control.

El deseo, en este contexto, se ve distorsionado y encapsulado en la imagen corporal, creando un ciclo destructivo de negación y autodestrucción. La anorexia nerviosa puede afectar profundamente la esfera del deseo sexual. La obsesión por la delgadez y la pérdida de peso puede llevar a una desconexión con el propio cuerpo, afectando la misma percepción de la sexualidad tanto propia como ajena.

Anorexia en las personas

Las personas que sufren de anorexia tienden a vincular su valía personal con la capacidad de controlar su cuerpo y su apetito. En este proceso, el deseo se desplaza de una conexión saludable con el propio cuerpo hacia la búsqueda obsesiva de la perfección, un deseo que se alimenta de la auto negación y la autoafirmación negativa.

En muchos casos, la anorexia se convierte en un mecanismo de control para aquellos que buscan manejar la ansiedad, el estrés y las complejidades emocionales. Sin embargo, este control ejercido sobre el cuerpo. al extenderse a la esfera sexual, lleva a una disminución del deseo sexual y, en última instancia, a la alienación de la propia sexualidad.

Bulimia: El Deseo Consumido por la Culpa

La bulimia nerviosa, que se manifiesta en patrones de ingesta de alimentos extremadamente grandes seguidos de métodos compensatorios, como el vómito o el uso excesivo de laxantes, también puede tener implicaciones en el deseo sexual. La relación con la comida y la imagen corporal se vuelve compleja, generando emociones intensas de culpa y vergüenza que se extienden a otras áreas de la vida, incluida la sexualidad.

El deseo de placer y satisfacción 

El deseo inicial de placer y satisfacción que se produce en la bulimia a través de la comida se ve oscurecido por la culpa y la vergüenza. De este modo se inicia un ciclo doloroso de indulgencia seguido de autoreproche, creándose así una espiral de conductas autodestructivas.

La interacción entre la bulimia y el deseo sexual a menudo involucra una lucha interna entre la pulsión erótica visceral y las emociones negativas subsiguientes. En estas relaciones aprendidas se asocian los patrones de alimentación perjudiciales en forma de atracones con la culpa por las consecuencias de ese acto compulsivo de comer. Esta culpa es ‘expiada’ invariable e inmediatamente con métodos compensatorios como el vómito o la purga.

La ansiedad y la baja autoestima, que son comunes en estos trastornos, pueden también afectar la intimidad y la conexión emocional en las relaciones sexuales con las otras personas limitando la calidad y cantidad de la conexión.

Trastornos de la alimentación, sexualidad y salud mental

Es fundamental comprender que los trastornos alimentarios no solo afectan el cuerpo físico, sino que también tienen un impacto significativo en la salud mental y emocional. En consecuencia, el tratamiento de la anorexia y la bulimia debe abordar no solo los síntomas físicos, sino también las ramificaciones emocionales y psicológicas, incluido el deseo sexual. La terapia cognitivo-conductual, la terapia de pareja y la atención multidisciplinaria son esenciales para abordar estos desafíos de manera integral.

Además, se debe fomentar una mayor conciencia y comprensión en la sociedad sobre la complejidad de estos trastornos y su impacto en la sexualidad. Redefinir los estándares de belleza y fomentar la aceptación del cuerpo en todas sus formas puede contribuir a crear un entorno más compasivo y solidario para aquellos que luchan contra estos trastornos.

La relación entre anorexia, bulimia y deseo sexual destaca la necesidad de abordar estos trastornos desde una perspectiva holística y comprensiva que abarque el bienestar bio, psico, social de la persona y la potencialidad de sus dimensiones, incluida la sexual. La empatía, la comprensión y la atención sensible son esenciales para ayudar a aquellos que enfrentan este complejo entramado de desafíos emocionales y físicos.

Es un varón.

Ser varón significa muchas cosas… por el mero hecho de que en un momento de la gestación se castre un alelo que potencialmente podía haber seguido su desarrollo hacia un cromosoma X, pero que por la acción de determinados genes se manifestó como Y, masculino, podemos decir que existe un pequeño hombrecito creciendo dentro de la tripa de mamá a las dieciséis semanas de gestación. En esencia, cuando el bebé sale del cuerpo de su madre lo primero que se mira es la entrepierna del chiquitín en busca de su atributo definitorio, a mucho antes del nombre… Es un varón.

La etiqueta está puesta y, como un corazón tallado a navaja en la corteza del árbol, se irá desarrollando y amoldando al paso del tiempo en círculos concéntricos de crecimiento troquelado por el afilado diagnóstico.

Sí, ser varón significa que el llanto es prueba de debilidad porque no se soporta el dolor. Porque sólo se llora por dolor. La expresión emocional básica queda así empobrecida y dirigida a la consecución de objetivos.

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Hay dos grandes motivadores universales, el placer y el dolor… Universales porque se dan en todo ser vivo conocido. Desde una ameba hasta una planta, desde un hámster a un ser humano, todos los seres tienen una tendencia natural a buscar el placer y a evitar un dolor.

Placer y dolor son, muchas veces, las caras opuestas de la misma moneda, ya que, por un lado,  el dolor producido por la necesidad desaparece cuando el placer de satisfacer la necesidad llega finalmente; pero por otro lado el placer cuando cesa, o cuando aunque se esté disfrutando se anticipa que puede finalizar, da paso al dolor asociado a la pérdida.

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Tradicionalmente la falta de deseo se ha venido asociando al sexo femenino; tanto es así que la tradicional “frigidez” encaja perfectamente con el deseo sexual inhibido (nombre técnico de la disfunción) mientras que una traducción a términos masculinos podría ser la impotencia.

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